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“EL PROPÓSITO DE LA VIDA, ES UNA VIDA CON PROPÓSITO.
EL PROPÓSITO MÁS ALTO ES SERVIR A OTROS…”
~B.J. Galvan

La practica de Anusara me condujo a ese punto en el que el cuerpo físico se vuelve la materialización de las cualidades mas sutiles de la consciencia, de esa intención sagrada que llevamos todos en el corazón. En el mat, empecé a experimentar y reconocer un espacio luminoso (cit) que pulsaba dentro de mi, que me generaba calma, libertad y ganas de volar. A través de las posturas física, sentía una dicha indescriptible (ananda) que me llevó a ver y sentir lo que hoy en día es mi practica de Yoga.

Como lo dice John Friend, uno de mis grandes maestros, al cual le estoy inmensamente agradecida por todo lo que ha traído y trae a mi vida, hacemos Yoga para recordar nuestra esencia divina y así participar en la coocreación de este gran océano de consciencia y belleza del cual hacemos parte. Coocreamos al expandir esa dicha que trae la practica a nuestra vida, compartiéndola con otros, dejando que la luz del corazón que sentimos tan viva y empoderada en cada una de nuestras Asanas, sirva también para iluminar a otros.

Vivo en un país donde en cada esquina, resulta evidente la necesidad de no guardarnos lo mucho que el universo ha invertido en nosotros. En donde el compartir las bendiciones que traen la practica de Yoga y del camino espiritual hacen una diferencia realmente importante.

Considero que soy un ser afortunado, pues he tenido la maravillosa oportunidad de conocer maestros extraordinarios, personas que han dejado huellas importantes en mi alma y que sobre todo me han inspirado a querer ser un vehículo de sus sabias enseñanzas y amor compasivo . ¿Que mejor manera de serlo que compartiendo con quienes están pasando por situaciones difíciles y dolorosas?

Creo que si conectamos con nuestra esencia sagrada, empezamos a verla reflejada en todo y en todos. Entonces nos acercamos y tratamos a los que nos rodean, como seres divinos, seres a los que queremos ofrecer y servir.

El servicio deja de ser algo difícil y forzoso, se transforma en un fluir, en un balance perfecto entre dar desde la plenitud y saber recibir el regalo que deja cada persona que se cruza en nuestro camino. Nos deleitamos al descubrir que el compartir empodera, expande y nos conecta con el propósito más elevado, ser vehículos de algo más grande, instrumentos de amor, seres de servicio y luz.