Mi amigo murió hace poco y no sé qué hacer.

Para la humanidad, es un problema común el no saber cómo manejar una pérdida.

Ésta es la mejor respuesta que he escuchado acerca de cómo manejar una pérdida—vía Reddit/GSnow:

“Bueno, acá va—ya estoy viejo. Eso significa que he sobrevivido (hasta ahora) y muchas personas que he conocido y amado no lo han hecho. He perdido amigos, mejores amigos, conocidos, compañeros de trabajo, abuelos, mi mamá, familiares, maestros, mentores, estudiantes, vecinos y muchas otras personas. No tengo hijos y no puedo imaginar el dolor que se puede sentir al perder uno—pero, esta es mi opinión.

Quisiera poder decir que uno se acostumbra a que las personas mueren. Yo nunca me acostumbré—no quiero acostumbrarme. Siento como si un agujero se abriera en mi cada vez que alguien muere, no importa la circunstancias; pero no quiero que sea así, “sin importar las.” No quiero que sea algo que simplemente pasa. Mis cicatrices son un testamento hacia el amor y la relación que tuve por y con esa persona; y si la cicatriz es profunda, así es el amor. Que así sea, las cicatrices son un testamento para la vida. La cicatrices son un testamento, el cual yo puedo amar y vivir a profundidad y pueden cortarlo, o incluso arrancarlo y yo podré sanar y continuar viviendo y amando. El tejido de las cicatrices es aún más fuerte que la piel original. Las cicatrices son un testamento para la vida, ellas solamente pueden afear a las personas que no ven.

En cuanto al sufrimiento, te darás cuenta que éste viene en oleajes. Al principio, cuando el barco es destrozado, te ahogarás junto con todos los destrozos. Todo a tú alrededor te recuerda lo hermoso y magnifico que era el barco, ese que ya no está—y lo único que puedes hacer es flotar. Encuentras un pedazo de destrozo y te aferras a él por un tiempo. Puede que sea alguna cosa física, tal vez sea una fotografía o algún recuerdo alegre, tal vez es una persona que también se encuentra flotando en los destrozos. Por un tiempo, lo único que puedes hacer es flotar, mantenerte con vida.

Al principio, las olas miden 100 pies de altura y se estrellan sobre ti sin misericordia alguna, viene una tras otra, con 10 segundos de diferencia y ni siquiera te dan tiempo para que tomes un respiro. Lo único que puedes hacer es aferrarte y flotar. Después de un tiempo, tal vez semanas o meses, te darás cuenta que las olas miden aún 100 pies, pero ya no aparecen tan seguido. Todavía se estrellan sobre ti cuando se acercan, pero, tienes la oportunidad de respirar entre cada una de las olas, ya puedes actuar de manera correcta. Nunca sabes cuál será la razón que desencadenará de nuevo el dolor, puede ser una canción, una fotografía, una calle, el olor de una taza de café. Puede ser cualquier cosa para que la ola vuelva a estrellarse contra ti—pero, hay vida entre cada una de las olas.

En algún punto, y para todos es distinto, encontrarás olas de solamente 80 pies de altura, o tal vez 50 pies de altura—y aunque todavía aparecen, ya no son tan continuas, ahora te puedes dar cuenta cuando vienen hacia ti. Un aniversario, cumpleaños, navidad, o la llegada a O’Hare, la mayor parte del tiempo, ya puedes ver la ola venir y, te puedes preparar. Y cuando la ola te arrastre, sabes que, de nuevo, alguien saldrá del otro lado—empapada, todavía aferrándote a una pequeña parte del destrozo, pero saldrás.

Toma el consejo de un hombre ya viejo, las olas nunca desaparecen, y de alguna manera no quieres que lo hagan—pero aprendes que sobrevivirás. Y otras olas vendrán y, también sobrevivirás a ellas. Si tienes suerte, tendrás muchas cicatrices, de muchos amores—y muchos naufragios.”

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Link del artículo oríginal:

This is the Best Response I’ve ever Heard about How to Process Grief.

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Autor del artículo: Ashleigh Hitchcock

Traductora: María José Barillas García

Editoras: Ashleigh Hitchcock (Inglés) / Yoli Ramazzina (Español)

Foto: WikiMedia Commons