Cuando aprendí acerca de la perspectiva que tienen los budistas acerca de las relaciones, sinceramente, no me gustó.
No estaba a gusto con eso—por el hecho de que era correcto. Me dejó perpleja y completamente callada. Al principio fue sorprendente el haber sido sorprendida con la verdad. Pero, conforme pasó el tiempo, y luego de varias pruebas, me fascinó la manera en que los budistas ven las relaciones románticas.
Cuando estuve en India, participé en varias pláticas acerca del Dharma. Sin embargo, una de esas pláticas fue acerca del amor y las relaciones.
En el budismo hablan acerca de amor y compasión. Pero el tipo de amor del que ellos hablan involucra el deseo que todos los seres sensibles sean felices—todos, sin ninguna excepción y sin ninguna condición, es algo ilimitado.
A diferencia de las relaciones amorosas que son limitadas. Una variedad de emociones incomprensibles existen dentro de ellas. Adicionalmente, las emociones son dolorosas, siempre dependen de alguien y de algo.
En cuestión a las relaciones, estas son una gran cuestión de conjeturas y expectaciones. Por consiguiente, siempre nos dejan vulnerables.
En el discurso, el monje budista explicó cómo somos dependientes de la condición, como es que no tenemos control sobre cosa alguna, especialmente nuestros sentimientos.
Dicho eso, los budistas creen que las relaciones románticas entran dentro del área del sufrimiento.
Usualmente las perseguimos para alcanzar la felicidad y encontrar a nuestra otra mitad, como si no estuviésemos “completos.”
En el budismo, las relaciones románticas no son enseñadas como una institución que uno necesita en su vida, sin embargo, se enseña que es una institución que causa sufrimiento.
Además, las relaciones se ven como un fenómeno temporal—como todo lo demás en ésta vida. Hacen que operemos sobre una creencia de permanencia, aferrándonos aún más a nuestra pareja.
Dzongsar Khyentse, el budista rinpoche, dijo una vez:
“Si van a través de los Sutras o los Shastras, verán que no se menciona nada acerca de la ceremonia matrimonial. Yo siempre digo que si yo tuviese que realizar una ceremonia matrimonial, sería algo así como la pareja parada enfrente mío y yo diciendo lo siguiente, ‘¡Oh! Bueno, ya saben…las cosas no duran para siempre…Puede ser que luego de unos días ya no funcione.’ Más seguro que los budistas realicen una ceremonia de divorcio.”
En otro pasaje, Dzongsar dice:
“Las relaciones personales son el ejemplo perfecto y más volátil de un fenómeno ensamblado y de impermanencia. Algunas parejas creen que pueden manejar sus relaciones ‘hasta que la muerte los separe’ leyendo libros o consultando algún terapista de pareja. Para un alcance seguro, estos pequeños entendimientos pueden ayudar a crear una paz temporal, pero no abordan muchos factores escondidos y que son parte de éste ensamblaje de relaciones.”
Pero los budistas no son personas “anti-relaciones.” Ellos creen que si luchamos por conseguir una relación—lo cual todos queremos hacer—debemos crear espacio, no aferrarnos y abstenernos de tener algún tipo de expectativa. Además, debemos estar conscientes de no caer en la trampa de la vulnerabilidad.
En mi opinión, los budistas nos proporcionaron con la descripción apropiada de lo que es una relación. Sé que muchos de nosotros no admitiremos que las relaciones están asociadas con el sufrimiento. Aun cuando estamos disfrutando de una relación perfecta, anticipamos permanencia y un “para siempre.”
En nuestra vida moderna es imposible evitar empezar una relación o mantenernos alejados de cualquier cosa que tenga que ver con el amor. Sin embargo, cuando lo hacemos, tenemos que tener en consideración el consejo de los budistas.
No debemos dejarnos llevar por la ilusión de permanencia. Dzongar, de nuevo, lo pone de esta manera:
“Los momentos de separación son, normalmente, los momentos más profundos en una relación. Eventualmente, toda relación debe de terminar, aun cuando esa razón es la muerte. Al pensar en esto, nuestra apreciación por las causas y condiciones que cada conexión nos ha brindado es intensificada—es especialmente fuerte cuando alguno en la pareja tiene una enfermedad terminal. No hay alguna ilusión de un ‘para siempre’, y eso es sorprendentemente liberal; nuestro cariño y afecto se convierte incondicional y nuestra alegría se encuentra más en el momento presente.”
Tomando esto en consideración, pienso que tenemos bastante conocimiento para escapar—lo más que se pueda—de las cadenas del sufrimiento. Aun cuando la relación sí termine, debemos tener en cuenta que es la vida la cual está actuado a través de nosotros.
Mantengamos en mente que las emociones ciertamente son dolorosas y la impermanencia está allí afuera esperando tomar su lugar. Lo más importante de esto es que no dejemos de recordar que debemos amar conscientemente.
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Link del artículo oríginal:
What Buddhists think about Relationships.
Autor del artículo: Elyane Youssef
Traductora: María José Barillas García
Editoras: Catherine Monkman (Inglés) / Yoli Ramazzina (Español)
Foto: Flickr/Iloveart Iloveart
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