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November 28, 2021

Metas de la relación

Nos gusta bromear que en mi casa el mejor ejemplo del amor verdadero se puede encontrar en la jaula de nuestro cuarto de lavado: entre el vínculo de nuestros conejos.

Adoptamos nuestro primer conejo hace tres años, cuando era un bebe de ocho semanas. Ella era un Holland Lop de negro y blanco, quien llamamos Dash. Ella era valiente y curiosa. Unos meses después, lo llevamos a la casa una pareja para Dash — otro conejito de ocho semanas llamado Latte por el color de su piel.

Al principio, estaban en la fase de la lucha de poder, con Latte (quien, sinceramente no era tan inteligente ni atrevida que Dash) incapaz de aceptar el dominio de Dash. Pero Dash persistió y después de que Latte fue castrado, él calentó con la idea.

Sus enfoques a la vida eran muy distintos. Dash era la instigadora, la que tuvo la visión. Latte era más del hogareño, un criador. Fue la idea de Dash de sentarse bajo la silla alta de mi hijo y probar un bocado que él dejó de caer. Latte se sentó unos pasos atrás, nunca bastante seguro de su mismo para unirse con ella.

Dash inició excurciones al dormitorio, dónde ella y Latte se escondieron bajo la cama, royendo las pies del bastidor de cama. También ella lo tomó en un recorrido del árbol de la navidad, brincando alrededor, olfateando los regalos y luces.

No fue solo Latte siguiendo a Dash. Uno de sus excurciones le dió a Latte su lugar favorito para descansar. A Dash le encantaba ir bajo la mesa de trenes de mi hijo. Un día cuando le acompañaba, Latte eligió saltar encima de la mesa. Él encontró un gran placer.

Cuando Dash estaba cansada y se acostaba con las patas estiradas en frente de ella, Latte se levantaba sobre ella, lamiendo sus orejas y acicalando su pelo. Latte le cuidaba bien, dejandola tener el primer bocado de banana, y acurrucandose sin importar dónde ella eligió acostarse.

Ellos siempre estaban uno al lado de otro, completamente a gusto en la presencia del otro.

Su actividad favorita absoluta fue esperar hasta que se pusieron los perros afuera en la noche y brincar a traves del piso de la cocina al comedero del los perro. Dash empezaba, asegurando que la costa estaba despejada, y Latte le seguía pronto, encantado con su chuchería secreta.

Cuando tratamos de llevar un trecer conejo, fue un disastre. El nuevo conejo escapó de su jaula y buscó a Dash. Le perseguió y intentó a morderla. Latte vino a su defensa, recibiendo una mordida en su oreja mientras Dash escondió. Más tarde esa noche, Dash se acostó al lado de Latte con su nariz en su oreja. No hace falta decir que tuvimos que dar el nuevo conejo a nuestro vecino para que podia ser el “único” conejo.

Hace dos semanas, cuando nos despertamos y bajamos al primer piso, Latte estaba encima de Dash, apuntando su nariz en su espalda repetidamente. Algo no estaba bien. Yo le quité Latte de Das, pero Dash no se movía. Sus ojos estaban abiertas y ella respiraba, pero parecía paralizada. Ella se murió un poco despues. Pensamos que fue una convulsión, como había tenido otra antes, cuando era más joven.

Desde ese día, Latte no se ha atrevido de salir de su jaula. Pasa sus días comiendo y mirando lo que sucede en la casa de una equina. Mi hija le lee a él en las noches, tratando de aliviar su pena. Pero sin Dash para organizar sus aventuras, él ha perdido su alegría y propósito.

Algunas relaciones nos mejoran; piden nuestros lados buenos. Piden que pasemos afuera de nuestras zonas de comfor y se confien en nuestras parejas para guiarnos a los tesoros escondidos. Sin ellos, nos retiramos.

¿Recuperará Latte? ¿Encontrará la felicidad otra vez, solo o con otro conejo? No estamos seguros. La única cosa que sabemos es que ya le extrañamos a Dash tanto.

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Amanda Priestley  |  Contribution: 6,290